Creer, crecer y vencer.

Semana de vacaciones para muchos con la tranquilidad en el subconsciente tras aquel triple de Valters ante el Manresa.

Semana para descansar, disfrutar con la familia, los amigos, para alejarnos de lo cotidiano del trabajo y sin preocuparnos por nuestro Fuenla.

Ahí está, tranquilo, colocado en el puesto octavo de la clasificación. Provocando que los aficionados de clubes mucho mas potentes económicamente estén haciendo cábalas sobre los hipotéticos resultados que necesitan para verse en nuestra posición y por supuesto para que los nuestros se apeen de ella.

Llega el lunes, se acaban los días de descanso, se vuelve a lo cotidiano. Nuestro equipo juega hoy y casi se nos había olvidado. La verdad es que casi nos hemos contagiado de las cuentas ajenas y no tenemos muchas esperanzas en la victoria contra el Bilbao Basket. ¿Ganar al Bilbao que va quinto y en su cancha, con su gente, jugándose el asegurarse prácticamente esa posición? ¿Ganar allí después de todas las cosas que nos han pasado esta temporada? No, no lo vemos. Derrota y a tratar de sacar algo en casa que nos permita soñar con alguna carambola que nos permita quedarnos con esa octava posición al final de la liga.

Sales a pasear, a hacer la compra porque tienes la nevera pelada, tal y como la dejaste antes de irte de Semana Santa, lógico, no había nadie en casa para llenarla. Mientras llenas el carro de lo imprescindible te das cuenta de que son casi las siete y veinte de la tarde ¿Como habrá empezado el partido? Venga, un vistazo con el teléfono móvil a la página de la ACB para matar esa curiosidad. Entras en la página, tocas la pequeña pantalla la frase "jornada virtúal" y te encuentras de lleno con el resultado de ese momento Bilbao 13 - Fuenlabrada 22. Maldita sea. Se acabó la tranquilidad. Pensabas que no iba a haber historia y ahí los tienes, plantando cara al Bilbao.

Comienza el gusanillo en el cuerpo. Sigues haciendo la compra pero ya no estás tan concentrado en la compra que estabas haciendo. No te fijas tanto en la diferencia de precios, ni en la cantidad desorbitada de hidratos de carbono y calorias que tienen esas galletas que tanto te gustan. Solo quieres que pase el tiempo y que cuando vuelvas a mirar el resultado la cosa siga igual.

Cargas el maletero, entras en el coche y pones la radio. Buscas el 99.3 para escuchar a Ezequiel y Pedro, pero sobre todo para que te den buenas noticias, pero no, te llevas un chasco 47-43 ha sido el resultado al descanso. Lo lógico, piensas. Están dando la cara pero tarde o temprano nos darán un arreón del que no nos podremos recuperar y se nos marcharán en el marcador. Comienza el tercer cuarto y en un suspiro el Fuenlabrada le da la vuelta al marcador y se pone cuatro puntos arriba. Vaya, vamos a vender cara la derrota, piensas. Aún así continúa ese gusanillo en la tripa. Estás intranquilo porque piensas que tal vez...

Llegas a casa, descargas la compra y corriendo te marchas al ordenador y pones la radio. Sufrimiento en estéreo.

Estamos cuatro puntos arriba, nos empatan, nos adelantan... El tiempo pasa y ese gusanillo ya es una anaconda en tu estómago. Pasa el tiempo y tu equipo sigue ahí, metido en el partido. Dominando el marcador cada vez mas tiempo. Quitas la jornada virtual, quitas el volumen de la radio y te pones a leer en páginas de internet sobre cine, o sobre música, o sobre lo que sea. Quieres que pase el tiempo lo antes posible y quieres distraerte. Vuelves a la dichosa jornada virtual y el marcador refleja seis puntos arriba, subes el volumen de la radio y Ezequiel canta los triples de Mainoldi... te lo crees. El tiempo pasa, se acerca el final y los vascos no se acercan en el marcador.

Levantas los brazos, celebras la victoria, miras la clasificación... ¡¡¡QUINTOS!!! Sonríes, estás feliz, lo han vuelto a hacer, te han vuelto a dar una lección.