Después del mal cuerpo que se nos quedó hace un par de semanas tras el partido y la derrota ante el Iberostar Tenerife, volvíamos al Fernando Martín con ganas de quitarnos esa pesadumbre de encima. Bien es cierto que el equipo algo había puesto de su parte tras la honrosa derrota en Barcelona.
Las caras con las que salíamos todos del pabellón el sábado distaban mucho de las de apenas catorce días y no solo por el resultado sino sobre todo por la manera de conseguirlo. Y es que ganar de la manera que se hizo ante el Dominion Bilbao Basket nos fortalece a todos un poco mas.
Y es que se retoma la senda del carácter, de la lucha, de no darse por vencido y no bajar los brazos cuando vienen mal dadas. Lejos, muy lejos del "se dejaba llevar..." de la temporada pasada.
Ya se había advertido desde el departamento de prensa del club a traves de un artículo en la página web del Fuenlabrada: "Ojo con la salida". Los malos comienzos de partido nos estaban lastrando y empezaban a ser un mal endémico. Dicho y hecho, el Fuenla comenzó el partido a un gran nivel anotador y rápidamente se puso por delante con ventajas cómodas que nos activaron a todos y borraron de un plumazo ese pesar que arrastrábamos del día de Tenerife.
Pero lo mejor estaba aún por llegar. Y no es esos momentos en los que el Fuenla parecía romper definitivamente el partido, no. Para mi, lo mejor sin duda alguna, fue cuando el Bilbao se puso dos arriba a falta de poco mas de tres minutos para el final. Después de ir todo el encuentro ganando, en algunas fases hasta con ventajas holgadas, el Fuenla veía la meta en el horizonte y al conjunto vasco adelantándole en el marcador. Era el momento de no arrugarse, de no hundirse, de no esconderse... y así fue. Josip Sobin ("soban, cada dia te quiero mas...") pidiendo el balón en la zona para encarar a su par y buscar la canasta, Uriz, Alex, Wear... Todos defendiendo como jabatos. Paso adelante del equipo al completo. Nadie se hizo el despistado, nadie ahorró una sola molécula de sudor.
Un ímpetu que nos llevó a cometer alguna precipitación, como la de Popovic lanzando un triple en un contraataque tras un robo. Quizá ansioso de quitarse el plomizo peso de la bandeja ante Sevilla, Marko quiso finiquitar el partido por la vía rápida sin éxito. El destino le reservaba otro papel mas agónico; la línea de 4´60. Seis tiros libres tuvo que lanzar el croata en el minuto final... y los seis anotó. Y desde ahí, el lugar donde habíamos lapidado otros partidos, llegó la cuarta victoria de la temporada en nueve partidos. Se celebró como un título en la grada, como se celebra siempre cada logro en el Fernando Martín, porque todos tenemos claro lo que supone cada pasito adelante en esta liga y mas en un proyecto como el actual.
Para nosotros, los Blues, el partido nos deja una imagen ya imborrable. El gesto de Marko Popovic. Quizás porque tenga fresco en la memoria el cántico de su nombre y los ánimos cuando falló aquella bandeja, quizás por la tensión acumulada desde entonces... Pero tras hacer piña con sus compañeros, Marko se giró hacia nuestra grada, apretó fuerte el puño derecho, gritó y liberó toda esa tensión. Un gesto y una foto, captada por Alba Pacheco, que ya está en los móviles de muchos chavales ilusionados con que Marko ya es uno de los nuestros. Eso es el Fuenla.
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