Y por fin llegó el día que todos más temprano o más tarde
sabíamos que iba a llegar, el día después de la primera derrota del Fuenla en
esta temporada, la número 20 del club en ACB. Antes de nada tenemos que
recordar que esta ya ha sido una temporada histórica a nivel de resultados,
pues es la primera vez que nuestro equipo inicia la ACB con un balance de 5-0 y
(lo más importante de todo al fin y al cabo) con unas sensaciones y una
conexión con la grada que pocas veces se ha visto últimamente.
(Foto: Alba Pacheco)
Para llegar al punto en el que estamos a día de hoy se han
tenido que suceder muchos e inesperados sucesos para gran parte de la afición
del Fernando Martín. El primero y el que tomó más a contrapié a todo el mundo
fue la marcha de Jota Cuspinera del club, un entrenador que nos hizo recobrar
la ilusión y que siempre tendrá un buen recuerdo de su trabajo de mi parte y
supongo que en casi toda la afición. Entonces tocaba la llegada de un nuevo
entrenador que se fue demorando a lo largo del verano en búsqueda del más
indicado para el puesto, y para sorpresa de todos el elegido fue Néstor
"Ché" García, un hombre con nula experiencia en el baloncesto europeo
pero que había conseguido resultados muy buenos con no excesivos recursos.
A
todo esto paralelamente también ocurrió algo muy extraño con el que es el
jugador más carismático del equipo, Marko Popovic, hubo un amago de ruptura del
contrato pero al final todo se arregló de una manera u otra en un caso más de
esos tan extraños que ocurren en el club y del que algún día sabremos que pasó
realmente.
Después de tanto revuelo se inició la confección de una
plantilla que tampoco estaba formada de nombres muy llamativos (Eyenga,
Sulejmanovic, Vargas, Olaseni y Sergio Llorente) pero que estaba hecha de
jugadores muy trabajadores. Entre la afición durante el verano había dudas del
rendimiento del equipo, pues se mantenía gran parte del grupo que el año pasado
se había dejado llevar en ciertos tramos de la temporada y las no salidas de 2
de los jugadores que habían mostrado más dudas en su rendimiento como Sekulic o
Pako Cruz tampoco daban muchas esperanzas.
(Foto: Alba Pacheco)
Ya a finales de agosto empezaron los primeros partidos de
pretemporada con el Circuito de Moralzarzal en el que faltaban todos los
internacionales y estaban de apoyo los jóvenes como Sikiras, Ehigiator o Víctor
Moreno que en ningún momento desentonaron y ayudaron a dar un poco de
positivismo: se podía competir. A mediados de septiembre llegó el torneo de
fiestas y de salida un quinteto repleto de jugadores que no había entrenado ni
un solo día juntos, el resultado se vio claramente por los pocos que quedamos
en el pabellón, partido muy feo y que ganó el menos malo. La semana siguiente
se disputó el ya tradicional torneo de Getafe, y aquí llegó el punto de
inflexión. Tras una primera parte contra Baskonia que nos dejaba 20 abajo,
llegó el surgimiento de Eyenga y con él el del resto del equipo, remontando
aquel partido y ganando 2 días después a Estudiantes con un juego coral muy
brillante y vistoso, se veía un equipo luchador y unido, que daba ilusión y
ganas de verlos comenzar la liga. Pero lo mejor aún estaba por llegar.
Debutábamos en ACB el 30 de septiembre ante un Bilbao que en
la tónica de sus últimas temporadas había bajado teóricamente el nivel de su
plantilla, pero es que los nuestros hicieron un partido maravilloso, con un
Christian Eyenga en estado de gracia. Y la cosa no se quedó ahí, 4 días después
una victoria in extremis en Andorra con una canasta de Pako Cruz en la prórroga
(del que se había rumoreado acerca de su marcha en verano) después de un
partido que habíamos tenido completamente ganado a minuto y medio del final y
el cual los locales igualaron, nos dio un punto más de confianza. Las pruebas
de fuego contra Unicaja y Baskonia en casa acabaron con resultado positivo para
los nuestros, en el caso de Baskonia ante un equipo descompuesto, pero es que
los malagueños 4 días después ganaron al que es el actual campeón de Europa.
Con un 4-0 en el bolsillo llegaban los fantasmas de aquel
precedente con Chris Thomas, Gerald Fitch y Esteban Batista que tan bien empezó
la temporada y que justo después enlazó 7 derrotas seguidas, provocando la
destitución de Luis Guil como técnico y dando como resultado una temporada
plana en la que se acabó coqueteando con el descenso. Pero esa barrera se
consiguió romper el Sevilla en un partido que en ciertos tramos de la segunda
parte se veía perdido por cómo se estaba desarrollando, con ciertos nervios y
precipitación por parte de la plantilla y con un Betis que hacía mucho daño en
los contraataques. Otra vez más este equipo volvió a resurgir desde la defensa
y la dirección de uno de esos jugadores que no es muy vistoso y que no hace
mucho ruido a nivel estadístico, pero que se deja siempre todo en la cancha
como es Gregory Vargas, la mano derecha del Ché en la pista.
Y llegaba la sexta jornada y el partido del día de ayer,
ante un Obradoiro que también estaba realizando un buen inicio de temporada y
que se le daba bien jugar en el Fernando Martín, con 4 victorias en 6 partidos
disputados, volviendo además a las comparaciones con aquel equipo de la
temporada 2009-2010, que cosechó su primera derrota contra el conjunto gallego
que a la postre descendería. Y pasó algo que no había ocurrido en toda la
temporada aún, el Fuenla comenzó muy mal, llegaba tarde a las ayudas defensivas
y en ataque no se veía fluidez en el juego, sometidos además a un Pustovyi que
parecía iba a ser nuestra bestia negra. Las tornas fueron cambiando durante el
partido, la entrada a pista de Chema González nos puso 10 arriba en el marcador
y entonces, apagón, tanto en sensaciones del equipo como en la grada y una
escasa ventaja de 3 puntos al descanso que dejaba con un sabor un tanto amargo.
Comenzó la segunda parte, una afición algo fría (igual se
esperaba que al llevar un balance de 5-0 este partido se resolvería por inercia
al jugar en casa y eso en nuestro caso no es así) lo que contagió un ambiente
raro al equipo. Con Obradoiro enrachado anotando de 3 en 3 y los nuestros
extremadamente apáticos, un triple de Luka Rupnik al final del tercer cuarto
que no subió al marcador por estar fuera de tiempo hacía entrever que no era
nuestro día. El último cuarto fue un quiero y no puedo, los nuestros haciendo
la goma, con claros síntomas de nervios en despistes defensivos y en balones
sueltos que no se lucharon como en otras ocasiones. Con el marcador 56-65 a
3:30 del final, los nuestros decidieron echar el resto en un derroche de coraje
rematado con un triple de Popovic que nos dejaba 1 abajo a menos de 2 minutos
del final. Pero todo quedó en un canto de cisne, Obradoiro con un mayor nivel
de lucha y la calidad de Matt Thomas consiguió cerrar el partido, complementado
con unas últimas jugadas de los nuestros que perdieron 3 balones prácticamente
consecutivos y que certificaron la primera derrota del curso.
(Foto: Alba Pacheco www.encancha.com)
Autor: @swassass
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