El sábado entró el invierno en la Península. Así, de sopetón. Vivíamos plácidamente en un noviembre de ensueño, de temperaturas templadas, casi primaveral, pero de golpe... un bofetón gigantesco nos despertó en la realidad del calendario.
Y con ese ambiente gélido recorrimos las calles aledañas del Fernando Martín. Algunos mas helados si cabe tras el resultado del enésimo clásico, entraban cabizbajos al Pabellón con la esperanza, eso si, de que el Fuenla les alegrara la tarde.
(Foto Alba Pacheco. Encancha )
Y es que lo que ha sucedido en esos días es algo inaudito a las alturas de temporada en las que estamos; llega un histórico equipo de Euroliga, con un gran contrato económico y todo lo que ello supone. Siendo sensatos, era una oferta irrechazable para un profesional que aspira a meterse en el club de los entrenadores de la élite europea. Y un trago amargo para el Fuenla, por no decir cualquier otra cosa mal sonante de nuestra querido idioma.
El sábado dió la sensación de que la pérdida de Tabak ha costado ser digerida por el equipo. Los males que se supone estaban en camino de solución se volvieron a repetir y ese 4-14 de salida extendió el frío por la grada. Otra vez a remontar una mala salida, otra vez contracorriente en el marcador. En el segundo cuarto la cosa mejoró, e incluso en el tercero nos llegamos a poner por delante en el marcador durante un instante. Pero no, esta vez daba la sensación de que el equipo estaba falto de ideas. Los lanzamientos de tres se sucedían una y otra vez, casi como única opción ofensiva del equipo mientras Tenerife mostraba mas repertorio y nos golpeaba por dentro y por fuera. Se nos vieron todas las costuras.
Y es que este Fuenla es muy limitado técnicamente. Un equipo como el nuestro no puede jugar al 70% de intensidad, ni siquiera al 80 o al 90. No. Este equipo tiene que estar al 100% de intensidad siempre y a partir de ahí aparecerán las opciones de victoria. Si no es así lo tendremos muy dificil, casi imposible.
Ahora viene una cuesta arriba de partidos muy complicados. Primero el dolor de muelas del Barcelona Lassa; mala pista para que Cuspinera se siga ajustando el traje de entrenador y posteriormente Bilbao en casa para seguidamente visitar a un lanzadísimo Valencia Basket. Duras jornadas nos esperan por delante sobre todo si el ambiente del Fernando Martín es tan gélido como el del pasado sábado.